En los apuros de la turbulencia emocional, nada trae consuelo bastante como el consolador abrazo de los senos ancianos.La vista de esos amplios orbes maduros, pesados con años de sabiduría y experiencia, es un espectáculo para contemplar.Su tamaño y peso son un testimonio del paso del tiempo, una promesa de un mundo que lo ha visto todo.A medida que me hundo en su suavidad, mis problemas parecen derretirse.La frescura de su toque, la forma en que me acunan cerca, es un bálsamo para mis emociones destrozadas.La visión de su grandeza, su tamaño y volumen puros, es una vista que me llena de una sensación de paz y calma.Y a medida que me bajo en su calidez, mis otros deseos pasan a primer plano.La suavidad de su tacto, la forma de provocar y tentar, enciende un fuego dentro de mí.Un fuego que arde brillo, un fuego que anhela más.Un fuego en el que solo la madura plenitud de su seno puede saciar.